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Por: José Ismael Alva Ch.
Arqueólogo Residente del Complejo Arqueológico El Brujo
La agricultura en los Andes fue el resultado del conocimiento generado a partir de un largo proceso de experimentación que incluyó la observación de los ciclos de la naturaleza, la domesticación de plantas, el desarrollo de técnicas de irrigación y la transformación del medio ambiente. En este panorama, el desarrollo agrícola andino y sus excedentes hicieron posible el sostenimiento de la población sedentaria y la construcción de los primeros centros ceremoniales alrededor del año 3800 a. C.
En el valle de Chicama, localizado en la costa norte peruana, las evidencias más antiguas de consumo de plantas domesticadas están en la Huaca Prieta. Hace 6500 años, estas comunidades de la costa tenían acceso a una variedad de maíz y ají (Dillehay, 2017). Por otro lado, el aprovechamiento de llanuras áridas como espacio agrícola se remontan, al menos, al periodo Formativo (1800-200 a. C). Precisamente, las recientes investigaciones señalan que la desértica Pampa Mocan, ubicada en la sección noreste del valle, era ocupada con fines agrícolas por la sociedad Cupisnique en los tiempos que era irrigada por los arroyos que se activaban por efectos del fenómeno El Niño (Caramanica, 2019; Caramanica et al., 2020).
Figura 1. La Huaca Prieta en el extremo sur del Complejo Arqueológico El Brujo.
Posteriores proyectos de irrigación, con canales de unos 15 kilómetros de extensión, en la margen derecha del Chicama permitieron a los Lambayeque la ampliación de áreas agrícolas (Huckleberry et al., 2017). Más adelante, el imperio Chimú impulsó la construcción del enorme canal intervalle, cuyo objetivo fue la captación de las aguas del río Chicama para dirigirlas a la ciudad capital Chan Chan. Aunque su fin práctico ha sido sujeto a debate, el canal intervalle representa uno de los esfuerzos estatales más notorios de la región, en cuanto a manejo de recursos materiales y humanos (Kus, 1984; Ortloff et al., 1983).
Figura 2. Mapa del valle de Chicama con los sistemas de riego y los asentamientos de época Chimú. Mapa publicado por Camille Clément (Clément, 2016, fig. 2).
Dicha infraestructura y manejo del territorial posibilitó que los pueblos asentados en el valle de Chicama tuvieran acceso a cereales (maíz), legumbres (maní, pallar, pallar de los gentiles, frejol y pacae) y una variedad de frutas (guanábana, ají, mate, lúcuma, palta, guayaba, tumbillo o maracuyá silvestre y ciruela del fraile), solo por mencionar algunas especies, tal como se registra en los niveles asociados a la ocupación Lambayeque (900-1200 d. C.) en la Huaca Cao Viejo (Vásquez & Rosales, 1995).
Durante las primeras décadas del virreinato, muchas áreas agrícolas del valle de Chicama se vieron fuertemente afectadas por la baja demográfica de su población indígena y la reorganización social a la que estuvo sujeta (Alva, 2022). Para 1566, Martín Socnamo, uno de los curacas de Chicama, señaló que las principales plantas alimenticias cultivadas por los nativos del valle eran el maíz, el ají y los frejoles (Netherly, 1977, p. 79).
En este contexto, los españoles incentivaron el cultivo de nuevas especies botánicas, domesticadas fuera de los Andes. Una de las primeras plantas introducidas fue la caña de azúcar, nativa de Nueva Guinea (Oceanía). Precisamente, valle adentro, posiblemente cerca de Chocope, se fundó el primer ingenio azucarero del Chicama en tiempos previos a 1558 (Ramírez, 1995, p. 260). En este lugar se realizaba la molienda y el procesamiento de la caña, actividad que fue configurándose con los siglos en un rentable recurso económico, lamentablemente en reemplazo y desmedro de una variedad de plantas nativas.
Figura 3. Caña de azúcar en la actualidad.
Entre 1599 y 1603, el cabildo de la ciudad de Trujillo decidió priorizar el cultivo de trigo para cubrir su demanda de pan y otros productos derivados. De este modo designó a un comisionado con las facultades necesarias para obligar a los campesinos indígenas del Chicama a sembrar mayores cantidades de trigo frente al tradicional maíz, el cereal que en aquel entonces era preferido entre los habitantes del valle (Larco Herrera, s. f.). A inicios del siglo XIX, en los albores de la independencia del Perú, el explorador británico William Bennet Stevenson señaló que el valle de Chicama llegó a ser conocido como el granero del Perú, debido a la notable producción de trigo que alcanzó durante el siglo XVII. (Stevenson, 1825, pp. 124-125).
Figura 4. Cosecha de trigo. Dibujo publicado por el obispo Martínez Compañon (Martínez Compañón, 1985, f. 69).
El 1 de diciembre de 1740, los expedicionarios españoles Jorge Juan y Antonio Ulloa visitaron el pueblo de Chocope en el valle de Chicama. En su obra Relación Histórica del Viage hecho por la orden de su magestad a la América Meridional, ellos destacaron que en las inmediaciones de Chocope “se producen lozanamente cañas dulces, uvas, y muchas especies de frutas, así de Europa, como criollas; y el maíz en abundancia” (Juan & Ulloa, 1748, p. 21). En ese entonces, ya la caña de azúcar tenía una amplia distribución desde Lambayeque por el norte; sin embargo, en el valle de Chicama era “más abundantemente, y de mejor calidad” (Juan & Ulloa, 1748, p. 22).
Con respecto a los frutos, las excavaciones arqueológicas realizadas en el pueblo colonial de Magdalena de Cao del Complejo Arqueológico El Brujo han permitido precisar algunas de las especies consumidas en el valle bajo entre fines del siglo XVI y mediados del siglo XVIII (Quilter, 2020). Así, los análisis botánicos efectuados en el marco de las investigaciones del Dr. Jeffrey Quilter han permitido identificar frutas como melocotón, naranja, limón, lima y granada (originarias de Asia), aceituna, membrillo y ciruela (originarias de la región comprendida entre Europa Meridional y Asia Menor), sandía (originaria de África), pecana (originaria de América del Norte) y maracuyá (originaria del Brasil central).
A lo largo de los siglos prehispánicos, la variedad de plantas del valle de Chicama ha sido notable según las evidencias arqueológicas y los documentos coloniales. Aunque la introducción de nuevas plantas en tiempos virreinales aumentó dicha diversidad, ella devino en el reemplazo progresivo de especies nativas. La pérdida de aquella riqueza en plantas alimenticias es considerable en la actualidad; puesto que el monocultivo de la caña de azúcar ha acaparado la producción agrícola del valle de Chicama, afectando las lomas, los bosques ribereños y las lagunas.
El conocer estos cambios en el cultivo de las plantas nos permite reflexionar en torno a la presente condición agrícola del valle. Esto con el fin de generar alternativas sostenibles que tengan repercusión positiva en la calidad de vida de los habitantes del Chicama.
Figura 5. Quema de caña de azúcar en las inmediaciones del Complejo Arqueológico El Brujo. Nótese la Huaca Cao Viejo (izquierda) y la Huaca Cortada (derecha). La quema de caña de azúcar es una de las actividades más recurrentes en el valle previa a la cosecha, esto con la finalidad de eliminar las hojas, malezas y ahuyentar animales. Sin embargo, tiene efectos nocivos en el medioambiente.
Alva, J. (2022). Territorio y sociedad indígena en el valle de Chicama del siglo XVI. https://www.elbrujo.pe/blog/territorio-y-sociedad-indigena-en-el-valle-de-chicama-del-siglo-xvi
Caramanica, A. (2019). Un estudio arqueológico de Pampa de Mocan. En G. Prieto & A. Boswell (Eds.), Actas de la Primera Mesa Redonda de Trujillo. Nuevas perspectivas en la arqueología de los valles de Virú, Moche y Chicama (pp. 218-230). Universidad Nacional de Trujillo.
Caramanica, A., Huaman, L., Morales, C., Huckleberry, G., Castillo, L. J., & Quilter, J. (2020). El Niño resilience farming on the north coast of Peru. Proceedings of the National Academy of Sciences, 117(39), 24127-24137. https://doi.org/10.1073/pnas.2006519117
Clément, C. (2016). Los chimú en el valle de Chicama (costa norte del Perú): Entre el desierto y el fenómemo El Niño. En N. Goepfert, S. Vásquez, C. Clément, & A. Christol (Eds.), Las Sociedades Andinas frente a los Cambios Pasados y Actuales. Dinámicas Territoriales, Crisis, Fronteras y Movilidades (pp. 17-50). Institut français d’études andines / Laboratoire d’Excellence Dynamiques Territoriales et Spatiales.
Dillehay, T. D. (Ed.). (2017). Where the Land Meets the Sea. Fourteen Millennia of Human History at Huaca Prieta, Peru. Texas University Press.
Huckleberry, G., Caramanica, A., & Quilter, J. (2017). Dating the Ascope Canal System: Competition for Water during the Late Intermediate Period in the Chicama Valley, North Coast of Peru. Journal of Field Archaeology. https://doi.org/10.1080/00934690.2017.1384662
Juan, J., & Ulloa, A. de. (1748). Relación Histórica del Viage hecho por la orden de su magestad a la América Meridional: Vol. Tomo tercero. Antonio Marin.
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Larco Herrera, A. (Ed.). (s. f.). Anales de Cabildo, Ciudad de Trujillo. Extractos tomados de las actas de los años 1598-1604. Sanmarti.
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Ortloff, C. R., Moseley, M. E., & Feldman, R. A. (1983). The Chicama-Moche Intervalley Canal: Social Explanations and Physical Paradigms. American Antiquity, 48(2), 375-389. https://doi.org/10.2307/280459
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Stevenson, W. B. (1825). A Historical and Descriptive Narrative of Twenty Years Residence in South America: Vol. II. Hurst, Robinson, and Co.
Vásquez, S., & Rosales, T. (1995). Estudio arqueobotánico de Zea mayz «maíz» y otros vegetales asociados a la excavación No 2, sector central de plaza ceremonial—Huaca Cao Viejo. Centro de Investigaciones Arqueológicas y Paleoecológicas Andinas «Arqueobios».